sábado, marzo 01, 2008

El Mágico Día Extra (29/02/2008)

Me levanto y lo único que me separa del cielo de Hermosillo es... bueno, muchas cosas, el techo, el suelo de mi vecino, los tacones de mi vecino, los muebles de mi vecino, mi vecino, el techo de mi vecino y ya, de ahí pa arriba todo es aire, gas, vacío o cosmos.

Mi fin de semana estaba en blanco, lo único programado por mi latente cerebro era quedarme en ese cacho de mundo; sin embargo, una vez más soy libre. Sin pensarla mucho, me quiero regresar a Guaymas por un fin de semana desembriagado y suave. Solemne decisión, pero para no sentirme tan preso de mis cosas materiales, sólo tomo conmigo la portátil, la cámara y mis libros para andar con mochila al hombro.



¡Oh, esperad! Regresemos un poquito en el tiempo: Alan. Tenía días platicando con él, se ausentó un tiempo, pero volvió y nos hemos abierto con una solvencia increíble, es la onda. Bueno, creo que ya me desvié mucho, el punto es que me lo encontré en la estación de camiones sin haberlo reconocido, sólo estuve consciente de su existencia cuando lo vi pasar en el mismo autobus que yo.

Llegamos a Guaymas, nos despedimos, se llevó sus pastillas para el mareo (jaja). Saliendo me encontré a un viejo "amigo" de la infancia, Edson, quien a veces me hace reír, a veces me hace enojar, pero al final todo es paz, jaja, le espanté a su jale, un perrillo sarnoso que lo miraba con ojos de amor. Pobre Edson, más suerte para la próxima, y no, no me da vergüenza. :)

Y bien, avanzando el día me encontré con mucha gente vieja. Ya llegué a casa, ya saludé a todo mundo, ya comí, ya me peleé con mi hermana, ya representé un ROFLMAO. Después de destruir a mi hermana con las críticas de lo sucio que estaba su cuarto, me aburrí y decidí salir a caminar.

Recién saliendo de la casa, me di cuenta de que el clima estaba raro, todo Villas de Miramar estaba cubierto en una neblina azul muy extraña. Podía ver las nubes cruzando entre los árboles, como si fueran fantasmas. Caminando por ahí me encontré a trés niños, que me decían cosas que no escuchaba por los audífonos, sin embargo bajé un poco el volúmen y escuché una dulce vocecita que dijo: "¡Nos ignoró!" fue cuando comprendí que trataban de venderme juguetitos a un peso (¡bien lindos!) me robaron el corazón y les hice creer que les compré una pelota invicible por 15 pesos - 5 para cada uno, les dije - y continué sintiendome mucho mejor que antes gracias a su dulce "gracias".

Con un extraño y relajante clima a mi alrededor, llegué hasta el Foviste en busqueda de la Yola (pero fracasé); igual, encontré a Candy y gracias a Dios, sin pedirselo, me quitó mis recargos injustificados :') jajaja. Así que con mi té helado regresé a casa, con un ardor en las piernas que era más parecido al placer que al mismo dolor.

Llegando a casa me conscintieron y me hicieron sentir bienvenido, como siempre; me recosté en la cama para acompañar a mi papá y no supe cuando exactamente pero quedé dormido como tabla.

No hay comentarios.: