¿Qué pasa cuando quieres salvar a alguien y esa persona no cree ni remotamente que lo necesite?
Este mes ha sido muy extraño para mí, si bien por algo lo han llamado Febrero Loco, he tenido tantos cambios que ha llegado a ser muy fastidioso. ¡Hace dos semanas irradiaba tanta felicidad! Sin embargo, la semana pasada me la pasé muy gris, me sentía al borde de la depresión, pero justo cuando pensé que volvería a caer... esta semana entré a la etapa de amargura, todo me molesta, todo me fastidia; me siento frustrado y solo.
Yo pensaba que este sentir era por el hecho de haber sido rechazado en varias ocasiones por esa persona. Creo que nunca he sabido superar esta pérdida porque nunca había tenido una, nadie me había abandonado, y curiosamente esto viene de la persona que menos me lo hubiera imaginado en su momento. ¿Qué pasa cuando un pilar tan importante en tu vida simplemente decide marcharse sin darte otra oportunidad? La respuesta es tan obvia como en la metáfora: a caer se ha dicho.
La verdad no culpo a nadie si quiere pensar que lo único que tengo es la autoestima baja. La verdad es que esta persona me ha herido con olvidarme tan fácil y tan pronto, me frustra mucho saber que fui tan insignificante en su vida que me pudo borrar con tan sólo desearlo; cuando para mí, por el otro lado, sigue siendo muy importante. Pero bueno, ésto ya pasó a segundo término; al principio sentía orgullo de ser diferente, pero últimamente lo veo más inconveniente.
Pero no... no sólo era ese rechazo lo que me aquejaba. Empecé a notar que esto era otro nivel de desesperación, que no sólo tenía que ver con mi ego herido o mis penas maricas de estar solo; esto se debía a algo más, y es la impotencia de ver como el alma brillante de la persona que amé se desvanece en un mundo hueco y lineal, cómo ese destello que resaltaba entre toda la oscuridad se empieza a convertir en una insignificante manchita en el trasero del mundo.
No sé si sea el dinero, las nuevas amistades, el alcohol, el éxito laboral o los viajes, pero sea cual sea la razón me entristece mucho ver que un corazón noble y sensible se esté convirtiendo en la flor marchita poseída por un exterior mamón y fresa. He de suponer que esto se debe a lo que siempre buscaste, la aceptación social, cosa que te traumaba desde hacía años; sí, conozco tus temores y supe como hacerte pedazos esa vez; sí, logré mi cometido de que crecieras y te liberaras de tus miedos, pero el duro costo fue perderte.
Ahora siento que necesito tenerte cerca, la soledad me ha golpeado duro, pero no sólo por el hecho de estar sin el afecto de alguien; sino por la decepción de pensar que no habrá nada igual de bueno que tú; eres algo maravilloso, una estrella en un millón; como si fueras el único planeta con vida inteligente en un universo de mundos vacíos, fríos y secos. Me duele tanto ver como esa luz se extingue de ese lugar para formar parte del cosmos que se disuelve en el exterior. Aunque te enojes, aunque no te guste.
¡Quiero salvarte! ¡Quiero que la belleza única de ese corazón perdure! Tu voz, la que siempre amé, de la que me enamoré, nunca antes me había hecho sentir miedo; siempre me hacía sentir protegido, tranquilo, amado... pero las últimas veces noto como tu esencia se pierde entre tu nuevo carácter; ya sea un mecanismo de defensa o para poder encajar, no perder a esas personas que te han brindado sonrisas y cariño... pero no es necesario, ya eras lo mejor antes de todas estas cosas. Yo sé que no necesitas ni sustancias, ni luces, ni dinero para divertirte.
¡Quiero salvarte! No quiero escucharte decir vulgaridades. No quiero que dejes de traducir canciones. No quiero oírte hablar de dinero o las cosas que puedes comprar. No quiero verte en camisas de marca. No quiero saber que le deseas mal a la gente. No quiero que tu sonrisa deje de ser sincera. No quiero que uses esos horribles lentes negros que tapan la energía radiante de tu mirada. No quiero que te pierdas entre la gente. No quiero que desaparezcas, no quiero verte desvanecer...
Si me permites, con mi espada de amor, lucharemos contra todos los demonios del ayer.
Este mes ha sido muy extraño para mí, si bien por algo lo han llamado Febrero Loco, he tenido tantos cambios que ha llegado a ser muy fastidioso. ¡Hace dos semanas irradiaba tanta felicidad! Sin embargo, la semana pasada me la pasé muy gris, me sentía al borde de la depresión, pero justo cuando pensé que volvería a caer... esta semana entré a la etapa de amargura, todo me molesta, todo me fastidia; me siento frustrado y solo.
Yo pensaba que este sentir era por el hecho de haber sido rechazado en varias ocasiones por esa persona. Creo que nunca he sabido superar esta pérdida porque nunca había tenido una, nadie me había abandonado, y curiosamente esto viene de la persona que menos me lo hubiera imaginado en su momento. ¿Qué pasa cuando un pilar tan importante en tu vida simplemente decide marcharse sin darte otra oportunidad? La respuesta es tan obvia como en la metáfora: a caer se ha dicho.
La verdad no culpo a nadie si quiere pensar que lo único que tengo es la autoestima baja. La verdad es que esta persona me ha herido con olvidarme tan fácil y tan pronto, me frustra mucho saber que fui tan insignificante en su vida que me pudo borrar con tan sólo desearlo; cuando para mí, por el otro lado, sigue siendo muy importante. Pero bueno, ésto ya pasó a segundo término; al principio sentía orgullo de ser diferente, pero últimamente lo veo más inconveniente.
Pero no... no sólo era ese rechazo lo que me aquejaba. Empecé a notar que esto era otro nivel de desesperación, que no sólo tenía que ver con mi ego herido o mis penas maricas de estar solo; esto se debía a algo más, y es la impotencia de ver como el alma brillante de la persona que amé se desvanece en un mundo hueco y lineal, cómo ese destello que resaltaba entre toda la oscuridad se empieza a convertir en una insignificante manchita en el trasero del mundo.
No sé si sea el dinero, las nuevas amistades, el alcohol, el éxito laboral o los viajes, pero sea cual sea la razón me entristece mucho ver que un corazón noble y sensible se esté convirtiendo en la flor marchita poseída por un exterior mamón y fresa. He de suponer que esto se debe a lo que siempre buscaste, la aceptación social, cosa que te traumaba desde hacía años; sí, conozco tus temores y supe como hacerte pedazos esa vez; sí, logré mi cometido de que crecieras y te liberaras de tus miedos, pero el duro costo fue perderte.
Ahora siento que necesito tenerte cerca, la soledad me ha golpeado duro, pero no sólo por el hecho de estar sin el afecto de alguien; sino por la decepción de pensar que no habrá nada igual de bueno que tú; eres algo maravilloso, una estrella en un millón; como si fueras el único planeta con vida inteligente en un universo de mundos vacíos, fríos y secos. Me duele tanto ver como esa luz se extingue de ese lugar para formar parte del cosmos que se disuelve en el exterior. Aunque te enojes, aunque no te guste.
¡Quiero salvarte! ¡Quiero que la belleza única de ese corazón perdure! Tu voz, la que siempre amé, de la que me enamoré, nunca antes me había hecho sentir miedo; siempre me hacía sentir protegido, tranquilo, amado... pero las últimas veces noto como tu esencia se pierde entre tu nuevo carácter; ya sea un mecanismo de defensa o para poder encajar, no perder a esas personas que te han brindado sonrisas y cariño... pero no es necesario, ya eras lo mejor antes de todas estas cosas. Yo sé que no necesitas ni sustancias, ni luces, ni dinero para divertirte.
¡Quiero salvarte! No quiero escucharte decir vulgaridades. No quiero que dejes de traducir canciones. No quiero oírte hablar de dinero o las cosas que puedes comprar. No quiero verte en camisas de marca. No quiero saber que le deseas mal a la gente. No quiero que tu sonrisa deje de ser sincera. No quiero que uses esos horribles lentes negros que tapan la energía radiante de tu mirada. No quiero que te pierdas entre la gente. No quiero que desaparezcas, no quiero verte desvanecer...
Si me permites, con mi espada de amor, lucharemos contra todos los demonios del ayer.
1 comentario:
Hola Juan espero que estés muy pero muy bien, te quiero!
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